Por: Eduardo Romero Alvarez
DNI: 53689334C
15 de Septiembre de 1998
Capitulo 1º
Aun seguía lloviendo…
-¡ Vamos, corre, a ver quien llega antes al puente!-. Gritó Javier
-¡ Ya veremos quien llega antes!.- Contestó Pedro desde atrás.
Javier sonrió al escuchar la respuesta. El joven no paraba de pedalear, sus músculos joviales y vigorosos empezaban ya a flaquear. Sus ojos y rostro estaban empapados pero no se podía saber si era a causa de las gotas de sudor o por las gotas de agua caída del firmamento. Un pedaleo tras otro en un recorrido circular formaba entre sus zapatos, calcetines y pantalón, una inmensa gama de colores que contrastaba en magníficos tonos con su bicicleta azul. Tan deprisa iba que parecía fundirse la cadena a cada pedaleo. Cerró los ojos, se inclinó un poco y aceleró el paso un poco más dentro de sus límites, y al final llegó en pocos segundos al puente, la meta de todos los sábados. Segundos después aparecieron sus compañeros.
En segundo lugar como cabría esperar, sería Pedro, joven de doce años con gran capacidad imaginativa, a veces era el centro de atención de todos, días que se pasaban volando cuando este contaba historias que al momento improvisaba para bienestar y pasatiempo de sus compañeros. El siguiente que llegó, fue Luis, el más serio de todos, eso sí, era un buen amigo, pero ese tono de humor que constantemente poseía hacía que tan solo los que le comprendieran le tuvieran aprecio y una sincera amistad. A continuación y como último componente de tan unido y magnifico cuarteto llegó la traviesa Iris, la única niña del grupo, aquella que siempre y por todos los medios quería encajar en el grupo, el mismo que desde hacía unos años tan solo era de chicos, pero allí estaba ella, tan buena, bonita, y... traviesa.
Debajo del puente por donde circulaban mucho coches, Javier agarrado al manillar descansaba, sus pies apoyados en el suelo, su cabeza inclinada hacia abajo tuvo que subir unos leves centímetros debido a que grandes y cuantiosas gotas de agua le recorrían todo su rostro y le molestaba con gran ansiedad, giró fuertemente su cabeza para que el agua que se encontrara en el pelo se esparciera en una nueva lluvia de primavera, su pelo rubio se agitó y la citada lluvia se escapó aliviando sus necesidad en pocos segundos, después abrió sus párpados y esos ojos azules vieron la necesidad de buscar la luz. Javier dirigió la mirada a Pedro y sin querer una leve sonrisa se le escapó, su mano se la llevó a la boca para que no le viera reírse de él.
- Si, tu ríete, pero me has llenado de agua.- Decía mientras se sacudía la ropa mojada. Luego aplastó su pelo con ambas manos para que el agua le chorreara por la cara, seguidamente sus manos retiró esa misma del rostro. Aun con las manos empapadas y viendo que Javier no le miraba debido sin duda a que estaba riéndose de él, Pedro avanzó unos pasos y se secó las manos en el chaleco de Javier, este que le cogió de improvisto ese ataque se retiró y no apoyando bien el pie, se cayó al suelo llenándose aun más d ese liquido que tanto había dado que hacer. Ambos se destrozaron de la risa que les llegó a sus alegres rostros, e incluso Luis se rió, pero tan solo fue unos instantes, los suficientes para que Iris apareciera respirando grandes bocanadas de aires delatando sin lugar a dudas que estaba muy cansada.
- Eres muy lenta.- Se mofó Javier aun sentado en el suelo.
Ella sin hacerle caso a su queja llegó junto a ellos respirando profunda y rápidamente. Su flequillo y esas dos graciosas coletas apostadas junto a su cabeza hacia imposible que le vieran la cara, su traje rojo con pequeñinas filas blancas, hacían perfecto juego con los lazos del mismo color que se sujetaba firmemente a sus coletas. A los pocos segundos levantó la cabeza y los miró a todos.
-¿ Cansados?.- Preguntó con una sonrisa desafiante.
Los tres se giraron levemente, sus ojos la miraron para responderle, pero esa mirada cambió de súbito; los ojos se abrieron de para en par, las cejas se arquearon, y por último la boca se les abrieron de asombro como cuando se le regala a un niño algo que desde siempre a querido, y al fin se le concede. Javier en el suelo retrocedió una cuantos pasos cosa que hizo reír a Iris - parece un cangrejo - pensó la pequeña de nueve años, pero sus compañeros también retrocedieron unos pasos. Dejaron de agarrar las bicicletas y Pedro junto con Luis y como si de una escena ya ensayada se tratara, ambos levantaron el brazo y señalaron en dirección a la pequeña.
-¿ Qué pasa?.- Preguntó Iris encogiéndose de hombros mientras una sonrisa nerviosa se dibujaba en la cara.
Las bicis cayeron y un sonido estridente despertó a los tres de tan extraño embrujo, mientras Iris se giraba con lentitud vio con horror como una tromba de agua caía, llenando el camino por donde ellos vinieron. Un torrente inmenso proveniente de los caudales antidesbordamientos de ríos se dirigía hacia ellos, ya que donde se encontraban ahora era el paso de tan titánico mar de aguas.
-¡¡¡ Corramos ! ! !- Gritaron Javier y Luis.
Iris se quedó estupefacta e inmovil, Pedro que se había dado cuenta de lo que le sucedía a su amiga, la cogió del brazo con fuerza y tiró de ella. -¡ Vamos !.-Agregó.
Viendo Javier que sería imposible correr más que el agua, gritó que se dirigieran a la escalera diseñada para casos como estos, pero ninguno de ellos llegó a tiempo. Mientras Javier subía dirigió su mirada a los compañeros. Aunque el agua no le dejara ver, este, mientras con una mano se agarraba a la escalinata, con la otra se quitaba el agua de los ojos.
-¡ Noooo !-. Gritó al ver que Iris y Pedro eran engullidos por el caudal de agua, luego desvió la mirada a Luis y vio como ese mar se acercaba a pocos metros de este, y como cabría esperar, Luis también se unió a sus dos compañeros sin elección, el agua le salpicó derribándole por completo. Inmovil aun en la escalinata, calculó como a él, el agua le pasaría a varios metros más abajo pero, qué curioso, un sentimiento nació de él, ya no quería huir del agua, ya no le tenía miedo, no quería correr, derrepente el agua le pareció apetecible, casi irresistible. Javier con el rostro inundado en lágrimas y con todo su cuerpo mojado le apeteció darse un chapuzón. El pequeño miró al cielo, y luego, a aquel torrente que en pocos segundos pasaría junto a él. Y como un valiente, se giró por completo, soltó su mano que aún agarraba la escalinata y con los ojos hinchados del llanto y profundamente emocionado, saltó a aquel manantial fresco e irresistible, no tardó apenas nada en unirse con el resto de sus compañeros. Mientras seguía lloviendo agua dulce de los cielos, dos lagrimas cayeron después que su dueño al mágico torrente, dos gotas se mezclaron como se mezcla la nata y el chocolate para formar un hermoso sueño, un sueño llamado, chocolate.
Capitulo 2º
Algo fue a parar a los labios de Iris, algo que hizo despertarla de un sueño, pero, aun sin abrir los ojos y semiconsciente no los abrió. Gimió como en el despertar de una pesadilla y pasando la lengua por la superficie de sus labios intentó percibir aquella cosa que le pareció sentir en forma de gotas de agua aunque algo más espesa. No tardó apenas nada en percibir su sabor, el que hizo despertarla. Era miel lo que cayó en sus labios. Al abrir los ojos contempló, como algo enorme y circular le miraba desde arriba. Iris creyendo estar en un sueño cerró de nuevo los ojos para poder seguir durmiendo, pero al momento cayó ese mismo dulzor a sus labios, ya no había duda, no estaba durmiendo. Abrió los ojos, contempló al mismo personaje y pregunto.
-¿ Estoy soñando verdad?.
- No.- Respondió.
- Imposible, porque ahora estoy viendo una piruleta de fresa.
- Sí, esa soy yo. ¿ Por qué te extrañas?.
Iris sonrió para sí aun medio dormida. Sintiéndose que estaba en una cama, se giró, y destapándose se levantó para lavarse la cara. Al tomar contacto su pie con el suelo, este se hundió cayendo la pequeña al suelo, pero claro está, sin hacerse daño. El miedo al posible golpe hizo que se despertara por completo. Sus ojos se desviaron al suelo, después al personaje que a saltos se dirigió hacia ella, y finalmente al techo.
-¿ Te ocurre algo ?- Dijo extendiéndole un trozo de papel en forma de mano.
Iris al verla se retiró hacia atrás como pudo.
-¡ Eres una piruleta que habla !- Dijo casi gritando a la vez que alzaba la mano en su dirección.
- Sí, ¿ por qué te extrañas?.
Iris empezó a recorrer con la mirada la habitación no creyéndose lo que veía; casi todo estaba hecho -creía suponer - de chocolate, merengue, pastillas de azúcar e una infinidad de dulces y golosinas, dándole un toque dulzón a todo, después su mirada pasó al suelo, un suelo compuesto al parecer, de blandito flan de gelatina.
- Tus amigos te esperan.- Pronunció con una sonrisa en los labios.
- ¿ Dónde están?- Preguntó un poco más tranquila.
- Con Fresita Amarga.
Iris enarcó una ceja expresando así su ignorancia.
- Tranquilízate, es muy buena golosina. La conozco desde que nos fabricaron, - eso hizo extrañar más a Iris -. Por cierto, ¿ te ha gustado las gotas de miel?, anoche llovió, y aún tengo goteras en el techo, lo siento.
Iris la miró.
- ¿ De verdad eres una piruleta?.
- Piruleta Envuelta, para servirte. -Dijo cortésmente alargando su mano hecha de envueltas de papel.
- Mi nombre es Iris.- Correspondió la pequeña con su nombre a la vez que agarraba la mano de su nueva amiga. - Increíble, una piruleta que habla.
Una vez todos en el patio de las gominolas, Iris vio a sus tres amigos conversando, riendo e incluso comiendo algo que le pareció caramelos. Sin demorarse un instante corrió por esa superficie de color rojo para hablar con sus amigos de lo que le estaban ocurriendo. A unos metros de ellos gritó el nombre de los tres uno tras otro, estos se giraron, le sonrieron y abriéndole los brazos para abrazarla gritaron su nombre al unísono.
-¡ Iris !.- Gritó el trío.
Seguidamente saltaron, rieron, comieron e incluso lloraron, algo que cogió de improvisto a todos los que se encontraban allí; chocolatinas andantes, huevos de blanco azúcar, turrones, chicles, gominolas y un sin fin de habitantes más. Todos retrocedieron al ver ese líquido que emanaban de los ojos de los pequeños. Los habitantes de la isla de los Dulces se aterrorizaron al ver como el suelo de color rojo rubí, se convertía en el color amargo y verdoso de aquellos dulces que caducaban y morían en dulzura. Todos los caramelos presentes se limitaron a contemplarles con asombro mientras cesaban de llorar. Iris notó inconscientemente que se hundía unos centímetros en el suelo, y dirigiendo la mirada hacia abajo retrocedió intentando apartarse del suelo verde que la atrapaba. Al momento el cuarteto salió de tan amargo lugar mirándose los unos a los otros buscando una respuesta, seguidamente una regaliz de color negra y alargada salió de tan buenísimo público en dirección a ellos.
-¿ Que ha ocurrido Sr. Regaliz ?.- Preguntó Javier.
La regaliz le contempló ; negra, delgada y tan alta como Luis y Javier, con dos ojos blancos de nata que a saltos a ellos se dirigía.
- Pequeños niños, vosotros no sois de este mundo. Vuestra lagrimas son saladas y nuestro mundo con todo lo que hay en el, es dulce. Todo aquello que no sea de ese sabor acaba por destruir y amargar nuestro pequeño mundo. El hechicero Masca-Masca no pensó en eso cuando utilizó su magia para traeros. Pero no importa, se solucionará.
- Traernos, ¿ por qué ?- Preguntó Iris.
Transcurrido unos segundos.
- Nuestro mundo se está muriendo.
-¡ Que !- Exclamó la pequeña.
- Hace muchos años, existió cuatro grandes magos, la Reina Dulzura, el Rey Cabezón de Melón, Cacahuete el Grande, y el Hechicero Masca-Masca que desgraciadamente se amargó dejándonos sin protección del malvado mago malo Caduca Todo. Es ley Carameral que todos debamos caducar antes o temprano, ya que los antiguos magos nos fabricaron para que viviéramos más o menos, según la clase de azúcar. También existía un quinto mago que se encarga de caducar con más velocidad todo lo que le apeteciera, era algo normal. Todo cambió cuando los magos Dulzones empezaron a caducar, y eso que estaban fabricados con el mejor azúcar, pero desgraciadamente nadie pensó en ello. Todo estaba en equilibrio, cuatro magos creadores y un mago caducador, era una buena ventaja, hasta que el mago Cacahuete el Grande caducó, quedando tan solo tres de los buenos contra uno, la balanza se inclinaba a una posición comprometedora. Luego fue el Rey Cabezón de Melón y a continuación su mujer, Reina Dulzura. El hechicero Masca-Masca pidió al mago malo, que redujera su magia, pero obtuvo como respuesta una fecha de caducidad más temprana. Masca-Masca que era ya bastante anciano, no se pudo recuperar de tan fatídica fecha y pidió a Cañita de Azucar que le ayudara.
-¿ Quién es Cañita de Azúcar ?-. Interrumpió Iris.
- Es nuestra madre y consejera, de sus cuatro hojas mágicas nacemos todos. Es lo más dulce que existe, y como consejo reclamó a unos niños del mundo humano, y he aquí vosotros. Los elegidos.
-¿ Y qué tenemos que hacer ?.
- Visitar al Mago Malo y convencerle de que no ponga malas las cosas para que podamos seguir existiendo. Pero para ello, vosotros cuatro tendréis que ser convertidos en caramelos como nosotros.
-¿ Qué ?- Retrocedió Luis.
-¿ Y eso duele ?.- Preguntó enarcando una ceja Pedro.
- Para nada. Tan solo tenéis que imaginar un caramelo o dulce, y al momento aparecerá sobre la palma de vuestra mano, seguidamente tendréis que coméroslo y, ¡ ya está !, os convertiréis en lo que hayáis imaginado.
- Muy bien, pero hay un problema - comentó Javier -, ¿ como volveremos a ser niños ?.
- Cañita de Azucar lo arreglará todo.
- Un momento - rogó Javier al Sr. Regaliz, seguidamente desvió su mirada a la de sus compañeros - debemos comentarlo entre nosotros.
- Sí, por supuesto.
Los compañeros formaron un pequeño circulo y allí comentaron lo expuesto. Los habitantes esperaron expectantes el resultado que poco tardarían en saber. De los pequeños dependían todos ellos.
- Bueno, vosotros ¿ qué pensáis ?-. Preguntó Pedro cuya mirada se posaba en la de Iris.
- Por mí, de acuerdo. Siempre y cuando regresemos a casa luego.- Comentó la pequeña.
Javier que fue a comentar algo fue interrumpido por Luis.
- Yo creo que esto es un sueño. No me puedo creer que estemos hablando con una regaliz que además es el Alcalde de la ciudad de Gominolas de Colores. Tíos esto es imposible- dictaminó con voz paranoica- Seguramente estemos durmiendo, quizás comamos algo que nos sentó mal a los cuatro y...
- ... Y los cuatro soñamos lo mismo ¿ verdad ?- prosiguió Pedro. No digas tonterías.
-¿ Y si fuera un experimento de unos extraterrestres ?- inquirió Luis buscando una respuesta lógica.
- Si, seguro que es eso - dijo como cuando se habla con un loco -.¿ Eres tonto o que te pasa ?. Si nos secuestraran unos marcianos, ¿ nos harían soñar con dulces ?, o por lo contrario, experimentarían con nosotros para convertirnos en caramelos para después comernos a la hora de ver ; ¿ Buscas un humano para comer ?, pues ven a la Tierra. Eso lo vería más lógico,¿ no crees tu ?.
- Quizás sea un sueño.- Prosiguió Luis.
- Ya lo he comprobado.- Dijo Iris.
-¿ Y que... ?. Se entusiasmó.¿ Soñamos ?.
Iris le enseñó el moflete derecho.
-¿ Y eso que es ?- Preguntó al verlo coloradísimo.
- Pues el pellizco que me di al hacerme yo misma la pregunta. Amigos, no estamos soñando ni formamos parte de experimento de marcianos - dirigió la mirada a Luis con su comentario - ni nada por el estilo. Seamos razonables, el continuo espacio - tiempo golosinero se ha abierto, y no sabemos como.
Todos la miraron como si lo que hubiera dicho fuera aun más raro e incrédulo de lo comentado antes.
- Hay que ayudarles. Yo me ofrezco,¿ y vosotros ?.
- Yo, sí.- Corroboró Javier.
- Empezamos juntos y acabaremos juntos.- Prosiguió Pedro.
El último que quedaba no contestó, estaba asustado.
- Buenos,¿ qué piensas ?- preguntó Pedro -¿ vienes con nosotros, Luis ?.
- Quie... ¡ quiero ir con mi mama !- Gritó Luis a punto de llorar.
- Mira Luis - hablo Iris - hazte una idea de que nunca saldremos de aquí hasta que les salvemos, y piensa una cosa ; podrás comer todos los caramelos, chocolates, dulces, golosinas, bombones, miel, moras y más cosas que tu nunca podrás comer en nuestro mundo, y además ¡ gratis !.¿ Que dices ahora ? .
-¿ Todo lo que yo quiera y además gratis ?- Preguntó con “pucheritos”.
- Te lo prometo.
- Bueno, entonces vale. Estoy con vosotros.
-¡ Estupendo !-. Gritó Javier. Este se giró a la misma vez que sus compañeros y acercándose al Alcalde Regaliz le respondió al acuerdo que habían llegado.
- Gracias, de toda guinda. Luego se dirigió a los presentes que esperaban expectantes .-¡ Nos van a ayudar !.
Los habitantes que tenían en sus rostro el amargo sabor de la incertidumbre gritaron fuertemente al escuchar Alcalde. Todos se acercaron al cuarteto y les levantaron por los cielos ; jugaron y comieron, y agradecimientos de todos les fueron dadas, y al concluir el día...
- Amigos,- comento el Sr. Regaliz casi al termino de la tarde, casi al termino de la fiesta -, el reloj del dulce en punto marca la hoja de menta, es hora de visitar a Cañita de Azucar.
Los compañeros asintieron con la boca llena de dulces a su comentario.
Capitulo 3º
De camino a la madre de todos los dulces, los amigos boquiabiertos contemplaron con asombro todos los lugares por donde pasaban. Lo primero que observaron ya que era lo más grande, las montañas de helado ; por el norte, de merengue, por el sur de vainilla, en el este de fresa, y por el oeste de chorreante y fresca menta. Todas las montañas estaban para comérselas, y ese manto de sabores que caía por su falda las hacía más apetecible. De los árboles y plantas hechas claro está, de gran cantidad y variables sabores, colgaban de estos frutos de lo más exquisitos caramelos igual que sus habitantes, pero estos frutos eran de miniaturas y se podían comer, todo lo verde que observaban poseía el sabor de la menta, todo lo marrón oscuro era de chocolate, el rojo se caracterizaba por la fresa, el blanco por la nata y el merenge y así hasta lo que pudieran sus ojos ver y su boca degustar. A la vez que más se acercaban a Cañita de Azucar, un olor mas dulce aún que por los lugares habían pasado se les impregnaban en sus pequeñas narices. Mandarín que era el guía en tan exquisita aventura les fue enseñando, comentando y ya sea de paso obsequiando con la historia de cada nación, del sabor de todos y cada uno de los habitantes que este mundo guardaban a la vez que comían y chupaban caramelos que nunca los humanos habían probado ni probarían en su vida, ya que estos caramelos eran según Mandarin, propiedad de las Cuatro Hojitas de Mágicas, es decir, de cosecha privada o también llamada : Las Tierras de los Caramelos Nunca Fabricados por el Hombre. Pasaron ya dos horas desde que salieron y, las nubes hecha de algodón como no, empezaban ya a ocultar un sol que desde los cielos bañaba a todo el mundo con un ligerísimo sabor a almíbar.
- Ya estamos llegando -. Comentó el gordito y pequeño Mandarín, un pequeño caramelo redondo con forma de mandarina ya cortada en rodajitas de caramelo con sabor a naranja, cuyas piernas y hojas a modo de pelo estaba hechas de suave menta.
-¿ Dónde es ?-. Se interesó Iris.
- Mira allí - señaló Mandarín con una hoja hacia adelante -,¿ ves aquella cosa que parece un palo alto y grande en el cual a su termino sale de el una infinidad de algo parecido a lo que vosotros llamáis en vuestro mundo, polvo ?.
- Sí -. Respondieron todos a la vez.
- Pues aquel palo y que me perdone Mama Azucar, es Cañita de Azúcar, y ese polvo que se esparce por los alrededores hasta el más pequeño rincón, es el azúcar de donde nacemos todos. Una vez que un grano de azúcar cae en tierra, mar o aire, se convierte en lo que Mama Azucar quiera ; si es tierra puede ser cualquiera de nosotros, si es en agua, puede ser río, lago o mar, y si es en el cielo, puede formar nubes, pájaros o lo que sea, e incluso si ese grano esta específicamente fabricado para cambiar el sabor de los mencionados lugares, lo cambiará.
-¿ Conocéis por casualidad la Catarata de todos los Sabores ?, o ¿ el Arcoiris de todos en un solo sabor ?.
- No -. Respondió Javier boquiabierto.
-¿ Como has dicho ?-. Se apresuró con su pregunta Luis con la boca hecha agua.
- Ja, ya iremos de excursión un día de estos -. Continuó Mandarín.
- Si, si, cuando quieras -. Comentó Pedro esperando a que fuera dentro de unas horas.
- Ahora por ejemplo, no. Mamá Azúcar nos espera.
Siguieron caminando por un tramo que se les hacía apetitoso, entre ; el suelo de caramelo de fresa, las hojas de los arboles de menta, los troncos de estos, de chocolate, unas nubes de algodón, y un sol de almíbar, junto con el aire que poco le faltaba para que se convirtiera de un momento a otro en algo mágico capaz de ser degustado, y no por que si, sino que, mientras respirabas, el dulzor percibido por la nariz era perfecto y si derrepente te apetecía que la boca tuviera un sabor a caramelo, no faltaba mas que abrirla y miles de pequeños granos de azúcar de diferentes sabores inundarían de forma perfecta sus insaciables paladares.
Pocos metros les faltaban para llegar a Cañita de Azúcar, una gigantesca caña de azúcar de enormes proporciones.
- Ejem - interrumpió Mandarín -, perdone Mamaita.
De la inmensa caña, un rostro de mujer hadaica se dibujo a unos dos metros de altura de ellos, estos se asombraron e incluso dieron un respingo de temor.
- No hijos míos, no os asustéis, no os haría daño por nada del mundo. Yo soy quien os alegro la vida en vuestro mundo, por favor acercaos, nunca he sentido la piel de los niños, por favor os lo ruego. - Su voz tan delicada y dulce como las hadas consoló totalmente a los compañeros, era tan tierna como la de una madre.
Mandarín les observó sonriendo a que alguno de ellos diera el primer paso.
-¿ Nos vas a comer ?- Preguntó Iris.
Cañita de Azucar sonrió. Dos ramas salieron a ambos lados del tronco y de estas llovieron polvo de azucar.
-¿ Crees que te comería ?, creo que sería yo, la que debería tener miedo de vosotros, soy el dulce y vosotros los niños a quienes le encantan comer golosinas.
Todos entendieron, pero ninguno se atrevió a responderle.
- Te queremos ayudar, no queremos que el mago malo te hada daño, ni a ti, ni a nadie. Dinos lo que tenemos que hacer, y lo haremos. - Prosiguió la pequeña.
- Bien, quería que lo comprendierais. Tan solo quiero saber si queréis o no salvarnos de verdad. Mi mundo se muere, y si muere todas las golosinas incluida yo - en el momento que dijo esto, Mandarin se apenó -, ningún niño del mundo comerá mas golosinas porque ya no podré fabricarlas más.
Pedro gritó.
-¡ No, nunca te harán daño mientras nosotros podamos !. Pronunció con el puño en alto.
- Si, todos te ayudaremos.- Agregó Luis.- No te pasará nada, si es necesario me comeré a ese mago Caduca Loco o como quiera que se llame.
Javier meneó la cabeza asintiendo.
-¿ Os gustaría viajar por un mar de moras ?- Preguntó Cañita de Azucar.
- Que guai, por un mar de moras,¿ y se pueden comer ?- Alzó la voz Javier con entusiasmo.
- Todas las que quieras y nunca te dolería la barriguita.
Todos sonrieron, e incluso se acercaron a ella unos pasos más.
- Entonces, lo primero sería convertiros en caramelos, porque no podéis vencer al mago malo siendo niños, es imposible. Aunque eso ya os lo contara el Sr. Regaliz, yo de nuevo os lo pregunto. ¿ Queréis convertiros en caramelos o dulces pasa convencer a Caduca Todo de que no ponga malas las cosas tan de prisa ?.
El grupo intercambiaron miradas aprobando lo expuesto.
- Si, cuenta con nosotros para lo que quieras.- Respondió Iris.
Mamaita sonrió.
- Entonces cerrad los ojos e imaginad el dulce o caramelo que mas os guste y en eso os convertiré. Venga,¿ estáis preparados ?.
Los cuatro se alinearon frente a ella y cerraron los ojos con alegría en los labios.
- Yo quiero ser, un bombón de chocolate.- Pronunció Iris.
- A mi me gustaría ser una gominola.- Deseó Luis.
- Yo un chupa-chups.- Dijo Pedro.
- Y yo..., yo no se que es lo que quiero. Pero me gustaría estar rodeado siempre de azucar.- Titubeo Javier.
En pocos segundos los cuatro amigos desaparecieron, las ramas con forma de manos les sobrevoló por encima de sus cabezas y una gran cantidad de polvo de azucar los cubrió por entero. Luego Mama Azucar sopló fuertemente y el polvo se esparció por el aire, ya no existían los niños que llegaron en su ayuda, tan solo cuatro caramelos.
- Hola, Azucarillo, Gominolo, Chupa-chups y encantada de conocerte Bomboncito de chocolate.- Saludó Cañita de Azucar a sus nuevos amigos.
Los compañeros todos a la vez abrieron los ojos.
Capitulo 4º
La noche cayó sobre Suspiro de Sabores, que así se llamaba el mundo de las golosinas, y los “niños” cansados durmieron tranquilamente junto a Cañita de Azucar, soñando como verdaderos niños. La brisa de la mañana con sabor a almíbar procedente del Sol cesó, y fue cambiando por una pequeña lluvia de copitos de mora que durante el transcurso de la noche fue cubriendo poco a poco todo el camino. Cañita de Azucar descanso esa noche muy contenta de que nuevos habitantes estuvieran en su mundo, junto a ella apoyados en el tronco todos ellos y acurrucados soñaron con un mundo de sabores mientras que la Luna con sabor a Merengue dejaba ver una limpia y sabrosa sonrisa que hacia más apacible un sueño de colores. Y así transcurrió toda la noche, hasta que Mamaita tocó una de sus montañas como si de una puerta se tratara, al momento un sol amarillo con un risueño sollozo apareció desde atrás.
-¿ Ya es la hora ?.- Preguntó estirando todos sus rayos.
- Si, te necesito como todos los días para que bañes mi mundo con tu almíbar.
El Sr. Sol sonrió.
- Muy bien, a propósito. Buenos días Lady Luna.
Luna que frente a él se encontraba contesto sonriendo de igual manera.
- Buenos días amigo Sol, aun cansado ¿ verdad ?.
- No, pero,¿ es que crees que soy un sol de almíbar a punto de caducar ?.
- No, no quería ofenderle Sr. Sol.- Respondió a punto de ocultarse entre las montañas.
- Un momento,¿ cómo han dormido nuestro nuevos caramelos ?. Preguntó dirigiendo su mirada a ellos.
- Muy bien, como unos niños de verdad.
Con estas palabras la Luna se escondió detrás de la montaña de Merengue para descansar.
Allá abajo cuatro caramelos se estaban levantando poquito a poco. Mama Azucar le dio los buenos días con la dulzura de una verdadera madre humana. Al poco tiempo todos se levantaron y le contestaron de igual manera, seguidamente Iris gritó.
-¡ Mirad aun soy un bombón de chocolate !, y tú - se dirigió a un chupa-chups de color blanco - Pedro,¿ eres un chupa-chups de verdad ?.
Este se miró, su cuerpo que en verdad era un palo blanco en cuya terminación unos pies en forma de maíz le hacían guardar el equilibrio de una enorme cabezota, respondió.
- Si, lo soy. Y tu eres un bombón, y tu una gominola parlante y, y tu un terrón de azucar. ¡Que maravilloso nuestros sueños se han cumplido !.
Todos, Azucarillo, Gominolo, Chupa-chups y Bombón de chocolate formaron un circulo saltando de alegría, Cañita contempló tan hermoso espectáculo.
- Perdonad que os interrumpa, pero hay mucho que hacer, el mago malo Caduca Todo estará haciendo de las suyas y nosotros tenemos que impedírselo.
-¿ Cómo ?.- Pregunto Azucarillo.
- Fácil, como el no atiende a razones tendréis que hacer lo siguiente. Lo primero será Azucarillo, quien le rocíe con su azucar para inmovilizarlo, luego Gominolo tendrá que llenarle la boca de gominolas de todos los colores, a continuación Chupa-chups lo derribara lanzando de tu cabeza muchos chupa-chups, y por último, Bomboncito lo bañara entero de chocolate.¿ Lo habéis comprendido ?.
Todos respondieron afirmativamente.
-¿ Y a donde nos dirigiremos ?.-
Cañita de Azucar señaló con una de sus tres hojas mágicas hacia un enorme mar.
- En aquella dirección se encuentra el mar de Moras, y en una pequeña isla llamada Corazón de Almíbar vive el pricipito Pictolín secuestrado por el mago malo. Una vez que lleguéis allí tendréis que rescatarle y a continuación endulzar a Caduca Todo. También tendréis que llenar las arcas de Corazón de Almíbar de todos los caramelos que podáis, porque hemos recibido noticia de que están vacías, es decir, han caducado y el pricipito Pictolín está llorando por ello - Mamaita se contuvo unos instantes -, y lo mas importante, sus lágrimas son también saladas.
Todos se extrañaron.
- Pero ¿ cómo es eso ? - Preguntó Pedro.
- Necesitamos un niño humano para subsistir. De él dependemos todos nosotros.
- Pero si es un caramelo pictolín,¿ cómo puede ser un niño ?.
- En verdad es un niño, pero con nombre de caramelo. Los pictolines son los caramelos que más le gustan, así que lo bautizamos como el pricipito Pictolín. Durante muchos años existieron infinidad de niños, pero el tiempo es cruel con nosotros y a la vez con ellos, ya que los priva de su juventud, de la niñez. Los niños crecían y su dulzura en corazón se perdía con la madurez de los años, así que, cada vez que observamos algo inusual que no sea característico de los pequeños, lo estudiamos y si vemos conveniente lo enviamos al mundo de los humanos, reclamando otro en su lugar. Este aún es joven pero ya crecerá.
< Y como humano que es, llora. Necesitamos de él por que es del corazón de los niños la fuente de toda la magia capaz de crear todo cuanto veis. Tanto yo como el más pequeño grano de azucar dependemos directamente de él. Si él quiere puede crear los caramelos y dulces mas exquisitos.
- Bueno, y ¿ qué estamos esperando ?.- Preguntó Gominolo.
- Una vez que lleguéis al mar de moras, os encontrareis una barca. El dueño de la barca se llama Loco Agridulce, es un pequeño chicle de limón, y está algo chiflado. El os llevará.
- Entonces partamos, un pictolín en apuros nos espera.- Dijo Bomboncito.
Con un saludo de Cañita de Azucar a todos incluido Mandarín, partieron al momento. El guía les enseñó todo cuanto a su paso se encontraba, desde la historia hasta su sabor. Ellos escucharon con atención todo lo que les contaba, aunque de vez en cuando alguno del grupo en especial Azucarillo, se paraba a mirar todo su cuerpo, como si de un sueño se tratara. Pero no fue él el único ya que todos, unos antes y otros después les ocurrió lo mismo.
Llegaron al mar de Moras, un pequeño mar lleno de pequeñísimas moras de colores con un sabor exquisito, tan exquisito que a todos le hubieran gustado probarlas. Allí esperaron a que Loco Agridulce apareciera, cosa que no tardo en surgir de quien sabe donde. Todos contemplaron con extrañes al chicle con forma de limón que se acercaba con su barco hacia ellos. Allí en la orilla se bajó, tirándose de cabeza. Los compañeros se apresuraron a sacar la cabeza del limón antes de que empezara a germinar, este agradecido se agitó para que sus ojos volvieran a su posición, aun así no los encajó perfectamente, cosa que no le importó.
-¿ Eres Loco Agridulce ?
- No lo se, dímelo tu.¿ Lo soy ?.- Preguntó cabeza abajo mientras se sostenía con dos hojas de menta. Al momento sus ojos se cayeron.
- Si, lo eres.
- Vamos, Cañita de Azucar me dijo que os llevara a Corazón de Almíbar. Por cierto ¿ habéis visto unos ojos de frambuesa por hay ?.- Preguntó palmando con la manos la arena.
Mandarín se arrodilló y los cogió.
Una vez encontrado los ojos del chicle, todos a excepción de Mandarín se subieron en la barquilla.
- Buena suerte, amiguitos.- Deseó el guía.
El viaje transcurrió con normalidad y sin ningún contratiempo. El grupo mas de una vez metió sus “manos” dentro del mar de Moras para poder probarlas. Su sabor cogió a todos por sorpresa, ya que esas moras no eran igual que las que se comían en el mundo de los humanos sino algo más exquisito, mucho mas exquisito. A decir verdad, todas las golosinas que los niños se comían cuando los padres se las regalaban era una mera falsificación de las autenticas que existían en Suspiro de Sabores, pero la forma por la cual el mundo de los humanos adquirían ese conocimiento en la fabricación de los caramelos, fue una pregunta que ninguno de los compañeros se hizo en toda la aventura. Al fin llegaron con una sonrisa en sus rostros azucarados por el comer durante todo el viaje de moras, y lo mejor de todo fue, que a ninguno de ellos les dolía la barriga. El loco Agridulce se despidió lanzándole una de sus manos a la orilla, todos los que estaban allí, atónitos se quedaron. Luego Azucarillo recogió la mano y la lanzó con fuerza, Agridulce al vuelo la cogió y seguidamente se la comió, al instante una nueva mano apareció en ausencia de la primera.
- Bueno, y ahora ¿ qué hacemos amigos ?.
- No lo se, Bomboncito.- Respondió Gominolo.
Se encontraban en una gran playa rodeada de grandes dunas de polvo de coco, todos subieron por estas y una vez en su cima contemplaron a muy poca distancia de ellos la enorme torre de puro almíbar que se alzaba en medio de una catarata de sabores.
Algo apareció derrepente detrás de ellos en una aun más grande duna.
-¿ Quienes sois ?. Preguntó un botecito blanco cuyo tapón de color rojo comparaba una cabeza.
- Buscamos al mago malo Caduca Todo.- Pronunció Chupa-chups.
Aquella cosa rara para ellos empezó a reír y algunos polvos blancos parecido al azucar escaparon de unos agujeros que tenia encima de la cabeza. Los compañeros murmuraron entre si la ver como al caer esos supuestos polvos de azucar el suelo se volvía poco a poco de color verde.
-¡ Eres tu !- Gritó Bomboncito
- Ja, si lo soy.¿ Y qué ?.
- Cañita de Azucar nos envió para decirte que dejaras de caducar a todos los dulces de Suspiro de Sabores, y si no lo hacías...
-... Y si no lo hacia ¿ qué ?.- Preguntó a la vez que unos bracitos en jarra los ponía.
- Te endulzaríamos.
- Vosotros a mí no podéis hacerme nada, yo en cambio si puedo hacer que caduquéis antes con mi sal.
- No nos dejas mas alternativa que endulzarte.- Desafío Chupa-chups.
Caduca Todo optó por una mejor posición.
- Cuando queráis.
El cuarteto se alineó hombro con hombro.
- Te lo pido de nuevo, ¿ aceptas ?.
El mago malo sopló, y una gran cantidad de sal salió despedida de su boca. Esto que al grupo le cogió desprevenido no hizo mas que empeorar las cosas.
- A por él.- Gritó Gominolo.
Primero, Chupa-chups inclinó su cuerpo y de su cabeza salieron despedidos hacia el mago cientos de chupa-chups diminutos y de múltiples colores, el mago contrarresto el ataque con un buen puñado de sal, entonces Bomboncito estiró sus manos, y de estas fluyó un buen chorro de chocolate caliente haciendo resbalar a Caduca Todo. Gominolo se acerco y esperando a que el salado enemigo abriera la boca le sujeto por la manos, al momento gruño, y fue este el instante oportuno y fatídico para el mago ya que Gominolo abriendo sus ojos de par en par hizo que de esto miles de pequeñísimas gominolas le taparan la boca hasta su cabeza. Azucarillo se acercó por detrás una vez tumbado el mago y le destapó la cabeza, al instante casi la mitad de su sal se derramó por el suelo, eso si, sin tocar a ninguno de ellos. Entonces Azucarillo con la cabeza aun de Caduca Todo en las manos comentó algo para sí, momento en el cual, de todo su cuerpo empezaron a salir infinidad de granitos de azucar, llenando mitad por mitad el bote del mago.
-¿ Qué estáis haciendo con mi sal ?.- Gritó en una pregunta el tapón rojo.
- Hacemos lo que debemos, si mezclamos la sal con el azucar en iguales proporciones, cuando hagas tu trabajo, esa mezcla hará que retardes el tiempo de caducidad de todos los que vivimos en este mundo.
-¿ O prefieres que te llenemos por completo de azucar ?.- Preguntó Gominolo con una pícara sonrisa.
- No, no por favor. No lo hagáis, haré lo quiera, pero no llenéis de azucar mi cuerpo.- Rogó ahogadamente.
- Ya está, hemos terminado. Venga, volvamos a ponerle la cabeza en su lugar.- Prosiguió Chupa-chups.
- Si, si, por favor.- Rogó de nuevo.
Una vez enroscada su cabeza de color rojo, todos se apartaron para poder observar al vencido mago malo Caduca Todo. Este que no paraba de dar saltos de un lado para otro, empezó girar sobre sí mismo a la vez que estornudaba aquí y allá, a los minutos después ya no se podía ver al mago debido a que la distancia que existía entre ellos y el vencido era muy lejana, pero aun se podía ver en la lejanía como de vez en cuando un figura daba esos tan grandes saltos que los compañeros recogieron con sonrisas.
Instantes después se dirigieron en busca del pricipito Pictolín.
Cuando entraron en la torre de Corazón de Almíbar, el consejero de todos los dulces le recibió e invitó a que entrara en la cámara más amplia de la torre. Era de enormes proporciones, con capacidad para unas decenas de niños, pero era uno en especial el que sentado en el suelo dejaba ahora de llorar por la visita de sus nuevos amigos. Todos ellos le explicaron lo que habían hecho con el mago y para qué venían, el niño humano dejó de llorar por completo, y Bomboncito con su chocolate curó el suelo verde creado por el llanto salado del niño. Seguidamente todos se dirigieron a las caducadas golosinas, caramelos y dulces que se guardaban en el arca para el niño humano. Una vez allí, Gominolo, Azucarillo, Bomboncito y Chupa-chups se cogieron de las manos y todos a la vez cerraron los ojos; Gominolo abrió la boca, y de ella miles y miles de gominolas de colores, tamaños y sabores salieron hacia abajo, Chupa-chups apunto su cabeza hacia otra parte del caducado arca y de su cabeza centenares de miles de chupa-chups de todas las formas, colores y sabores se dirigieron para llenarla, Gominolo hizo otro tanto, y como toque final Azucarillo inundó con su azucar todo el inmenso arca, para que después una magia procedente de la imaginación de un niño las convirtiese en un fantástico tesoro digno de un cuento llamado, Sueño de Chocolate.
Terminada la aventura, Cañita de Azucar los envió a su mundo, debajo de un puente, con los bolsillos llenos de caramelos y con un sol espléndido.
El niño había dejado de llorar lagrimas de sal….